Subido por Parroquia San Francisco Solano

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba  con  sus  cabellos,  los  cubría  de  besos y los ungía con perfume.

Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”. Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. “Di, Maestro”, respondió él. “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?”. Simón contestó: “Pienso que aquel a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te  digo  que  sus  pecados,  sus  numerosos  pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor”. Después  dijo  a  la  mujer:  “Tus  pecados  te  son perdonados”.

Los invitados pensaron: “¿Quién  es  este  hombre,  que  llega  hasta  perdonar los pecados?”. Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”. Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los  Doce  y  también  algunas  mujeres  que  habían sido sanadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de  la  que  habían  salido  siete  demonios;  Juana,  esposa  de  Cusa,  intendente  de  Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.

Palabra del Señor